lunes, 28 de marzo de 2011

Tortugas Canaa

En 1993 la Fundación Darién, conformada por varios ciudadanos antioqueños, fueron a esta playa y con obras de teatro sensibilizaron a niños y jóvenes para que cuidaran la tortuga y no les permitieran a los adultos su consumo. Con el tiempo empezaron a darse cuenta de lo difícil que era para la caná sobrevivir. La veían llegar a tierra firme y arrastrar su cuerpo pesado esquivando troncos y basura que la podían herir. Muchas veces llegaban mutiladas, o algunas nunca llegaban porque quedaban atrapadas en las redes camaroneras. 


Con lentitud sube por la arena y escoge el lugar para desovar, luego de excavar con sus aletas huecos un poco profundos donde pone alrededor de 120 huevos. Esta tarea puede durar hasta dos horas.


Pero ellas no son las únicas que viven en condiciones difíciles. Los pobladores que las ven llegar cada año a La Playona viven en extrema pobreza. No les fue fácil entender por qué no se podían comer los huevos que estaban en la playa y con los cuales podían alimentar a sus hijos. En esta playa no hay acueducto, ni baños, ni líneas telefónicas, ni servicio de salud, y tienen un alto nivel de analfabetismo. La población infantil sufre altos índices de parasitismo, alergias respiratorias y paludismo. La protección de la tortuga por parte de los nativos no se dio de inmediato, fue un proceso de años. En este momento ya no se consumen sus huevos gracias a un trabajo en conjunto de los nativos.


El chocoano Feliciano Chaverra, de 30 años, escuchó a los paisas de la Fundación Darién hace 11 años y se sensibilizó hasta tal punto que dedicó su vida al cuidado de los nidos y de las tortugas. Este hombre se convirtió en su principal protector. Las cuida seis meses al año, época reproductiva de la tortuga, sin importar si hay financiación o no.

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